por Jonathan Quantip

23 feb 2013

La Ruta del Milenio



Cuenta la leyenda que personas muy adineradas, dueños de grandes empresas en el país y en el extranjero eligieron llegar a este destino por vía aérea y usarlo como locación para recibir el nuevo milenio. Tarea nada fácil tomando en cuenta que el lugar se encuentra en la frontera sur oriental del país, muy lejos de cualquier cosa o necesidad imaginable. Tendría que ser un lugar muy especial para que valiera la pena tanta logística y tanto dinero invertido para darse el feliz año en un punto tan apartado.
La Sierra del Sol merece eso y mas...



El verdadero inicio de esta historia se remonta al año 2009, cuando a sabiendas de que no contábamos con la preparación necesaria en la totalidad de los vehículos, intentamos realizar una de las rutas mas exigentes del 4x4 venezolano.

http://www.jeeperosdevenezuela.com/foro/index.php?topic=402900.msg113073#msg113073

Se podría decir que este viaje, para el cual espere dos años, fue una especie de revancha. Mi Jeep había hecho el 70% de la ruta al Salto Ka (Kae-Meru) dos veces, sin haber llegado al destino, no por que no pudiese, sino porque hubo prioridades que atender en ese momento.



En el año 2010 Leo y Guarapo lograron completar la ruta, pero en esa ocasión por motivos laborales no pude acompañarlos. Aun quedaba una materia pendiente. 

Sabíamos de buena fuente que desde el 2010 muchos vehículos habían intentado la ruta del Ka, algunos con éxito, otros de forma infructuosa; también sabíamos que la trilla se había tornado mas complicada, no solo por la cantidad de vehículos que la han transitado, sino por la impericia y la escasa destreza de muchos de los pilotos que la han recorrido. Nuestra deuda con el Salto Ka y con lo que venia después tenia que ser saldada.

Salimos el mediodía de un sábado, sin apuros, concentrados en viajar lo mas relajados posibles y enfocados en no hacer nada mas antes de completar la ruta. 3 Jeeps, 3 Cj 7 de al menos 30 años cada uno, nuestros juguetes, lo que mas nos apasiona. El reto era llevarlos sanos y salvos hasta el Salto Chirimata, o como se conoce en el argot 4x4, “Millenium”

Cruzamos el Orinokia de noche. Dormimos en Puerto Ordaz y al mediodía estábamos rumbo a la Sabana.

Cruzamos el 88, Sierra Lema, Luepa, Kamoiran, Yuruani para llegar a Santa Elena de madrugada. Dormimos en la posada Venezuela Explorer, del gran amigo Sergio para ahorrar energías para lo que venia. Recorrimos 1300 kms aproximadamente sin interrupciones o distracciones.

La mañana del lunes fue de preparación. Equipamos los vehículos, buscamos las provisiones que faltaban. La adrenalina comenzaba a acelerar nuestro pulso porque sabíamos que estábamos a minutos de afrontar la ruta.

Al final de la mañana salimos del asfalto. Nos recibió casi inmediatamente el Roraima, espléndido como suele ser. Un gigante que vigilaría nuestro andar entre la Sabana. Debido a que habíamos llegado de noche no habíamos podido observar los tepuyes. Verlo en ese instante fue mas que inspirador.












El plan era superar los dos primeros obstáculos de consideración. El cruce del río Sai-ta, que en ocasiones anteriores no llego a representarnos gran dificultad, y el cruce de “La Selva” un bosque tupido con pasos muy angostos, que de igual manera en condiciones normales no representaba mayores inconvenientes para nuestras bestias

Quizás la parte mas difícil del cruce del Sai-ta es mantener la calma. Es el primer obstáculo de cientos. Esta es una trilla en la que se deben administrar muy bien los  vehículos y la adrenalina típica del comienzo lo dificulta.











Superamos el Sai-ta sin problemas y continuamos el recorrido. Al pasar el rio el paisaje cambia drásticamente. Cual bofetada te encuentras de golpe con la Sabana que se extiende mas allá del alcance de los ojos. Rodeados de verde rodábamos poco a poco por la trilla engravillada. Montañas infinitas se pierden en el horizonte. Lo único que se aprecia en el paisaje que no es verde es el cielo y la trilla, que serpentea entre y sobre las lomas.







Llego la hora de internarnos en la selva. Nuestras maquinas esquivaron los arboles como si la trilla hubiese estado hecha especialmente para ellas. A veces a solo centímetros de los arboles. El suelo un tanto mas húmedo que en ocasiones anteriores, pero sin exigir ningún esfuerzo de nuestros Jeeps.











Dejamos la selva y continuamos hasta “La Laja” un lugar especial en el que nos agrada acampar. Asi lo hicimos, sabiendo que al día siguiente comenzaría lo bueno.






Muy temprano iniciamos el recorrido nuevamente, esperando encontrarnos con los obstáculos de mayor riesgo de la trilla. Un conjunto de subidas muy empinadas y con escasa tracción que ponen los pelos de punta hasta al mas experimentado piloto.




Al encontrarnos la primera pendiente conocida como la “subida del talco” por las características del suelo, quizás por esa misma adrenalina enfrenté rápidamente el obstáculo, sin esperar a que alguno de mis compañeros sirviera de “spotter”.
Ese tipo de errores se pagan caro en este lugar. Una de las ruedas mordió un escalón en el costado de la subida y me puso a ver al cielo sin que yo lo hubiese pedido. El Jeep en perfecto equilibrio se balanceaba en un ángulo de 90 grados, solo apoyado en sus dos ruedas traseras y en el caucho de repuesto. El equipo se movilizo rápidamente, con el mismo profesionalismo que lo ha caracterizado y pudimos resolver la situación. Quizás un poco de “suerte” nos ayudo.












Al darme cuenta de cual fue el motivo del percance, me asegure de que futuros pilotos no corrieran con la misma suerte... a mandarria limpia elimine para siempre el escalón en cuestion




El resto de los Cjs pasaron sin problemas y continuamos la trilla sabiendo que mas subidas aguardaban








“La subida del diablo” era la próxima. Una subida dividida en 3, con un terreno bastante suelto y una trilla cada vez mas profunda. Es increíble como por la impericia de ciertos conductores que solo saben acelerar mas los vehículos cuando pierden tracción, las trillas se están volviendo cada vez mas complicadas. Casi todas las subidas están escarbadas. Han hecho huecos enormes en subidas empinadas que representan un gran riesgo. Nuestros Jeeps, dos con cauchos 35” y uno con 42” en los pocos puntos que no tuvieron tracción NUNCA escarbaron. Utilizamos nuestros winches que para eso están ahí. Esta mala costumbre se hace aun mas dañina a la hora de cruzar un rio.
Pero en fin, la subida del diablo no fue obstáculo suficiente para hacerle perder tracción a nuestros fieles Jeeps. Treparon como suelen hacerlo, hasta el final de las tres secciones de la pendiente. 







La trilla sigue, poco a poco fuimos avanzando hasta que nos encontramos con los hitos fronterizos. A nuestra derecha el gigante sudamericano, a nuestra izquierda el hogar. Siempre nos alegra llegar a este punto irreal, cargado de un significado intrínseco que solo puede entenderse estando ahí. La frontera continuaría a nuestros pies a lo largo del recorrido. Pero haber llegado hasta ella era motivo de celebración.







Al seguir el camino por la cima de la montaña nos sorprendió un torrencial aguacero. Sabíamos que necesitábamos descender de esa montaña a través de unas escarpadas pendientes, por lo que la cordura nos exigió detenernos. Perdimos valiosos minutos esperando a que pasara la lluvia, justo antes de una de las bajadas mas pronunciadas del camino. Desde ahí podíamos divisar la comunidad indígena de Santa Rosa, los verdaderos dueños del lugar. Habitantes ancestrales de la zona quienes evidentemente se alegran con la llegada de los turistas.
Cuando escampo fuimos a reconocer el trecho por el cual debíamos descender. Una pendiente de tierra muy apisonada pero que con la lluvia había desarrollado una capa de fango resbaloso. Nada fácil tomando en cuenta la gran inclinación que presentaba. Casi llegando al final de la bajada, una curva cerrada con peralte contrario que amenazaba con lanzar nuestros Jeeps al vacío. Necesariamente tuvimos que trabajar el peralte de la curva para hacerlo mas adecuado al paso de nuestros Cjs. Sabíamos que futuros conductores agradecerían que lo hubiésemos hecho. Efectivamente los Cjs se aferraron al suelo mientras sorteaban el obstáculo









Luego mas pendientes fangosas, incluyendo la “Z” un par de curvas muy cerradas que la verdad no nos dieron problemas. Poco a poco nos acercamos a Santa Rosa, también el destino de una gran bolsa de ropa que venia en el Cj de Canoa. 









Fue bastante emotivo encontrarnos nuevamente con estas personas. El Señor Rogelio, el jerarca de la comunidad nos reconoció casi inmediatamente. 









Sin perder mucho tiempo porque sabíamos que ya era tarde, continuamos el trayecto, no sin antes informar a los indígenas cuanto tiempo aproximadamente estaríamos en sus tierras.


Sigue la Sabana, extensa. Es como un descanso entre tantas subidas y bajadas que mantenían acelerado nuestro pulso. Notamos mucha agua en la trilla. La lluvia había caído fuerte en ese tramo. Un par de vadeos sin gran dificultad y rápidamente llegamos al obstáculo que había sido el final del recorrido y el final de una punta de eje de la XJ dos años atrás. 








La subida estaba bastante mas exigente precisamente porque la habían escarbado en diversos puntos. Ademas, la lluvia dificultó aun mas las condiciones. Comenzamos a ascender y nuestras nobles maquinas una vez mas nos demostraron de que estaban hechas. Subieron sin dudarlo, sin esfuerzo. Ya estábamos arriba y de ahí en adelante la trilla era nueva para mi y para mi Jeep. 







Entre los hitos fronterizos fue acabando el día. A lo lejos veíamos el tan añorado Salto Ka, pero la noche iba a caer antes de arribar a él.










Vadeos, pendientes, rocas, fueron superadas poco a poco hasta que llegamos al lugar del campamento, la parte alta del Salto Ka. Lo habíamos logrado! La primera cuarta parte del recorrido había sido completada!

Amaneció y pudimos apreciar el magnifico Salto Ka (Kae-Meru). En su parte alta el río se desliza sobre una laja de roca solida. Con un cauce entre 10 o 15 metros de ancho y que en algunos puntos llega a tener mas de 4 metros de profundidad. Un bálsamo para nuestros cuerpos agotados del trabajo en ruta. De hecho fue tal el cansancio, no solo de la ruta, sino de todo el recorrido desde Caracas, que decidimos pasar dos noches en el lugar. Ademas el entorno lo ameritaba. Desde la parte alta del Ka se ve la trilla recorrida y parece mentira haber transitado tantos kilómetros entre la selva. El paisaje no muestra rastros del ser humano, solo esa única trilla que se asoma entre las montañas. La calma del río justo antes de que se precipite entre las rocas contrasta con toda la energía que se desprende en su caída, explotando luego hacia el cielo en un estruendo ensordecedor.













En la base del salto pequeñas gotas de agua se proyectan a toda velocidad junto a enormes corrientes de aire que se generan con la caída del agua. Las gotas hieren los ojos, producen pinchazos en la piel. Pero no son lo suficiente fuertes como para impedir apreciar de cerca esa función constante, sin intermedio, que producen el río Arobopo y el Salto Ka cuando se encuentran. Como de costumbre, nadamos hasta lo mas cerca que podíamos de la caída, sin ponernos en riesgo, para contemplar esta ópera caótica de agua y ruido.







Mas allá de la caída encontramos una poza que nos gusto mucho. Al parecer también le gusto mucho a los puri puris e hicieron un festín con nosotros. Había que mantenerse sumergido para evitar las constantes picadas




El haber pasado dos dias en el Ka nos dio tiempo suficiente para explorar la zona que lo circunda.









La segunda noche de nuestra estadía en el Ka, todos nos fuimos a dormir temprano. El reto continuaba. Nuestro destino no era el Ka, sino el Salto Chirimata o Millenium, y necesitabamos estar al 100% para los desafíos que nos esperaban...

Muy temprano tomamos nuevamente la ruta. 65 kilómetros habíamos recorrido desde el asfalto hasta donde nos encontrábamos lo cual representaba poco mas de la mitad.
El primer desafío es un paso de río que tristemente ha sido erosionado exageradamente por el uso de técnicas inadecuadas para superarlo. Es lamentable encontrar a cada rato huellas de la impericia o de la inconsciencia. Cuan necesario puede ser demostrarle a alguien la “capacidad” de un vehíc**o a costas de la degradación de un río, que no solo es hábitat de numerosas especies sino que ademas es el lugar donde encuentran alimento tribus indígenas? Tanta erosión se evitaría utilizando oportunamente el winche, evitando escarbar el lecho del río. Pero muchos no entienden, y así vienen los daños. Nosotros, con nuestros cauchos 35, 42, dejamos un rastro mínimo en el lecho del río, porque jamas lo escarbamos





Seguimos entre las montañas. Un grupo de indígenas que habíamos contactado el día anterior nos dijo que en la vía hacia la Sierra del Sol había “muita pedra” evidenciando un claro acento brasilero. Y es que los indígenas brasileros vienen a buscar alimentos al lado venezolano y viceversa. 




“Muita Pedra”, demasiada diría yo. Hizo lento el transitar, entre tanta piedra había que extremar la precaución. Pero nuestros Jeeps, hábiles en ese tipo de terreno una vez mas se lucieron superando el tramo sin demasiado esfuerzo 







Al pasar las piedras llegamos a una explanada de barro, luego nuevamente a las riberas del Rio Arobopo. Nos lamentamos al ver una de las peores formas de contaminación que puede crear el ser humano. Un vehículo que al parecer, quedo inhabilitado por lo exigente de la trilla y en lugar de ser reparado para sacarlo del lugar, fue abandonado, generando una tonelada de basura que permanecerá por muchos años ahí. Cuanta impotencia da darse cuenta de la indolencia e ignorancia de algunos pocos que lamentablemente nos esta afectando a muchos.





Entre rocas vadeamos el rio, mas profundo de lo que esperábamos, pero lo pudimos sortear sin novedad, para continuar nuestro camino. Cruzamos un sorpresivo e inexplicable campo de aves del paraíso que crecía salvaje cerca del río. 






Al ascender una cuesta nos sorprendió una vez mas el Roraima. Impuso su estampa ante nosotros, dándonos un abreboca de lo que estábamos por ver.




Volvieron las subidas, quizás no tan empinadas pero igualmente importantes. Una subida de piedras sueltas que causo tensión entre los pilotos y las copilotas. Al culminarla divisamos el Wey Tepuy (Wey=sol en Pemon) que junto al Roraima y el Kukenan serian los guardianes de nuestra estadía en el Salto Chirimata






Encontramos de nuevo los hitos fronterizos. Pero en este punto el entorno se volvió aun mas surrealista, escarpadas montañas marcadas con dos delgadas lineas marrones que servían de carretera llevaban hacia los hitos fronterizos, que escasamente dejaban espacio para que pasaran los 4x4. Largos tramos se hacen en territorio brasilero. Luego se regresa a Venezuela, sin alcabalas, aduanas, pasaportes ni vacunas. No estábamos en Venezuela ni en Brasil, sino en un mágico y extraño lugar que pareciera detener el tiempo







Encontramos otro paso de río que requería ser estudiado. Al final del vadeo la incorporación a la trilla estaba tan escarbada que Leo y yo requerimos usar nuestros winches










Las agudas inclinaciones de las pendientes ya a estas alturas se habían vuelto algo normal para nosotros, no estoy seguro si por habituación o por la cercanía de nuestro destino que les restaba importancia




La churuata y el estruendo del Salto Chirimata marcaron la llegada al final del recorrido. Lo logramos! nuestros 3 Cjs estaban en la Sierra del Sol, Millenium!








Estábamos en un sitio irreal, en otra dimensión. El cielo, la tierra estaban pintados con una paleta de colores que nunca habíamos visto. Arriba un intenso azul que contrastaba con el verde y dorado de la sabana. El Kukenan, El Roraima y el Wey Tepuy protagonizando una historia milenaria.





Misteriosamente todos nuestros días en La Gran Sabana habían sido días grises, cargados de nubes. Desde que llegamos a la Sierra el cielo nos regalo el mas intenso de los azules. El astro rey cruzaba el cielo despejado y la Sierra del Sol hacia alarde de su nombre. Con la caída de la noche, un denso manto de estrellas se apodero del firmamento.















No hubo un instante de nuestra estadía en el Salto Chirimata que no nos invitara a ver los tepuyes. “Casa de Dioses” se repetía en mi cabeza cada vez que observaba esas mágicas terrazas que estaban ahí desde antes de los dinosaurios. El lugar mas antiguo del planeta, y estaba cerca, muy cerca de nosotros, impávido ante el paso del tiempo. Una constante brisa nos golpeaba incesantemente. A pesar del sol inclemente tanto viento mantenía la sensación térmica muy baja. Ademas alejaba a los Puri-puris, cosa que agradecimos.






El salto Chirimata es un salto mas bien atípico, de baja altura, pero de una gran belleza. Conformado por unas piedras que parecieran haber sido talladas a mano con una geometría perfecta. Sus aguas cristalinas son el premio al esfuerzo que implica llegar a el. Por las tardes, la silueta del Wey Tepuy se dibuja sobre el espejo del río. Un paisaje inolvidable.









La segunda noche en Millenium nos percatamos de la llegada de los habitantes de la zona, una manada de zorros que alentados por el olor a comida se acercaba sigilosamente al campamento. Nos divertimos ubicando el brillo de sus ojos con las linternas y colocándoles comida cada vez mas cerca, hasta que estuvieron al alcance de nuestros lentes.






La llegada del alba marco el momento de la partida. Nos costo mucho despedirnos de ese mágico lugar. Y como la vez pasada, dejamos el reto de ascender al Wey Tepuy para tener una excusa para volver. Ya habíamos llegado muy cerca.





Comenzamos el camino de retorno, sabiendo que estábamos justo en la mitad del recorrido y que debíamos superar todos y cada uno de los obstáculos que ya conocíamos. La mayor parte fue tranquila, a pesar de las exigencias de la via, solo exceptuando unos pocos tramos “entretenidos”. 















De regreso, no podíamos dejar de detenernos en la base del Salto Ka, para tomarnos la tipica foto que inmortalizaría el momento.




Teníamos intenciones de llegar hasta la laja, lugar donde acampamos la primera noche. Pero el excelente ritmo que mantuvimos a lo largo de la ruta y lo pronto que arribamos a Santa Rosa nos hizo darnos cuenta que podíamos superar la trilla entera antes de la puesta del sol  









Desde la comunidad de Santa Rosa nos acompaño Misael, uno de los indígenas que habita en el lugar. Entre cuentos de saltos escondidos a los que se les llega solo en curiara y que seguramente visitaremos en una próxima oportunidad, nos marco una historia muy particular. Según ellos, la parte alta de los tepuyes están habitados por pueblos indígenas de espíritus. Estos espíritus se conectan con los humanos a través de los llamados “Piajue” o chamanes. Los Piajue saben todo lo que sucede en la Sabana, gracias a esa conexión con los espíritus, los Piajue saben quienes entran a la selva, cuantos son y donde están. Si alguien se encuentra en problemas los espíritus se lo comunican al Piajue. A veces los espíritus quieren quedarse con alguna persona, y la Sabana no les permite salir. Esa persona simplemente desaparece y solo regresa si los espíritus así lo deciden, cuando lo decidan.

Todo esto nos hizo reflexionar un tanto. Quizás no fue solo “suerte” lo que tuvimos en nuestro recorrido por la selva. Quizás la Sabana en si misma nos permitió entrar y salir, sanos y salvos, porque hemos mantenido la armonía, y porque la respetamos y la apreciamos.

Y es que toda la grandeza y poderío de la Sabana sobrepasa cualquier fuerza humana. Estar en un lugar semejante, apartado de eso que llamamos “civilización” o “progreso” hace darse cuenta de que solo estamos en transito entre la eternidad de los planetas y las estrellas. Es lamentable que muchos no se percaten de lo sublime de la sabana y lleguen a esa mágica tierra, tan apartada, a dejar el rastro del hombre. A lo largo del recorrido fue común encontrar basura abandonada. Y nos debe hacer reflexionar, porque lamentablemente la realidad es que un gran numero de aficionados al 4x4 del país no se preocupa o sencillamente no le interesa conservar, cuidar, mantener. Son personas autodestructivas que no suelen ver mas allá del momento que están viviendo. Esas personas son las que mas daño le hacen a los destinos turísticos del país y peor aun, lo que mas dañan la imagen del 4x4 venezolano. Todos los que queremos a Venezuela y mas aun los aficionados al 4x4, debemos cerrar filas contra individuos que no compartan los valores del ecoturismo y la conservación.





Recogimos la mayor parte de la basura y la trasladamos a donde pertenece, a la "civilización". Una carga que pesaba mas en la Sabana que en nuestros vehículos. Cada vez es mas común que regresemos de algún destino con basura ajena. No nos molesta, pero no debería ser asi.

Al acercarnos al portón que marca el final de la aventura, un arcoiris coloreo el cielo. Luego un chubasco repentino nos acompaño hasta la salida al asfalto. 





Sentimientos encontrados se desatan al ver la carretera. Satisfacción por haber completado el recorrido. Nostalgia por abandonar ese increíble lugar al que desde ese preciso instante ya queríamos regresar. Misteriosamente, como todo lo que sucede enmarcado en La Gran Sabana, resplandeció una vez mas el sol.

Bajo los cauchos la Troncal 10, enfilándonos hacia Santa Elena.





Nunca estará de mas recordarles. Si van a visitar estos parajes NO CONDUZCAN FUERA DE LA TRILLA, RESPETEN LOS CURSOS DE AGUA, NO DEJEN BASURA.

La Gran Sabana es patrimonio de la humanidad, presenta ecosistemas únicos en el mundo. Orgullo de los venezolanos!

Cuídala! Quiérela! Consérvala!

Evita dejar huellas indelebles o que perduren en el tiempo

Que tus huellas sean efímeras, como las que deja el paso del hombre sobre la arena







1 comentario:

patafondo dijo...

Buenas
me envió un amigo fanático de Yip el link de La Ruta Milenio
en 2003 no existía mapa para garmin entonces
la ruta estaba menos accidentada que hoy en día

me pregunto si puedes compartir si tienes los puntos de lo que describes como la subida del talco, del diablo, yo tengo los mios pero nunca los bautice en aquel entonces, donde esta la chatarra aunque creo saber por imagen donde estaría posiblemente


gracias
luispages